14

La misión apostólica de todos los católicos

      La Iglesia nos santifica, después de entrar en su seno por el Bautismo. Recién nacidos a la vida natural, ya podemos acogernos a la gracia santificadora. La fe de uno, más aún, la fe de toda la Iglesia, beneficia al niño por la acción del Espíritu Santo, que da unidad a la Iglesia y comunica los bienes de uno a otro42. Es una maravilla esa maternidad sobrenatural de la Iglesia, que el Espíritu Santo le confiere. La regeneración espiritual, que se opera por el Bautismo, de alguna manera es semejante al nacimiento corporal: así como los niños que se hallan en el seno de su madre no se alimentan por sí mismos, sino que se nutren del sustento de la madre; así también los pequeñuelos que no tienen uso de razón y están como niños en el seno de su Madre la Iglesia, por la acción de la Iglesia y no por sí mismos reciben la salvación43.

      Resalta con toda su grandeza el poder sacerdotal de la Iglesia, que procede directamente de Cristo. Cristo es la fuente de todo sacerdocio: pues el sacerdote legal era como su figura; pero el sacerdote de la Nueva Ley obra en la persona de Cristo, según lo que se dice en II Cor 2, 10: pues lo que yo perdono, si perdono, por amor vuestro lo perdono en la persona de Cristo44.

      La mediación salvadora entre Dios y los hombres se perpetúa en la Iglesia por medio del Sacramento del Orden, que capacita -por el carácter y la gracia consiguientes- para obrar como ministros de Jesucristo en favor de todas las almas. Que uno pueda realizar un acto que otro no puede, no proviene de diversidad en la bondad o en la malicia, sino de la potestad adquirida, que uno posee y otro no. Por eso, como el laico no recibe la potestad de consagrar, no puede operar la consagración cualquiera que sea su bondad personal45.

Notas
42SANTO TOMÁS, S. Th. III, q.68, a.9 ad 2.
43SANTO TOMÁS, S. Th. III, q.68, a.9 ad 1.
44SANTO TOMÁS, S. Th. III, q.22, a.4.
45SANTO TOMÁS, In IV Sent. d.13, q.1, a.1.
Este punto en otro idioma