 |
169 |
 |
La virtud cristiana es más ambiciosa: nos empuja a mostrarnos agradecidos, afables, generosos; a comportarnos como amigos leales y honrados, tanto en los tiempos buenos como en la adversidad; a ser cumplidores de las leyes y respetuosos con las autoridades legítimas; a rectificar con alegría, cuando advertimos que nos hemos equivocado al afrontar una cuestión. Sobre todo, si somos justos, nos atendremos a nuestros compromisos profesionales, familiares, sociales..., sin aspavientos ni pregones, trabajando con empeño y ejercitando nuestros derechos, que son también deberes.
No creo en la justicia de los holgazanes, porque con su dolce far niente como dicen en mi querida Italia faltan, y a veces de modo grave, al más fundamental de los principios de la equidad: el del trabajo. No hemos de olvidar que Dios creó al hombre ut operaretur, para que trabajara, y los demás nuestra familia y nación, la humanidad entera dependen también de la eficacia de nuestra labor. Hijos, ¡qué pobre idea tienen de la justicia quienes la reducen a una simple distribución de bienes materiales!
|
 |
|