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Al que pueda ser sabio no le perdonamos que no lo sea.
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Estudio. Obediencia: "non multa, sed multum".
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Oras, te mortificas, trabajas en mil cosas de apostolado..., pero no estudias. No sirves entonces si no cambias.
El estudio, la formación profesional que sea, es obligación grave entre nosotros.
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Una hora de estudio, para un apóstol moderno, es una hora de oración.
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Si has de servir a Dios con tu inteligencia, para ti estudiar es una obligación grave.
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Frecuentas los Sacramentos, haces oración, eres casto... y no estudias... No me digas que eres bueno: eres solamente bondadoso.
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Antes, como los conocimientos humanos la ciencia eran muy limitados, parecía muy posible que un solo individuo sabio pudiera hacer la defensa y apología de nuestra Santa Fe.
Hoy, con la extensión y la intensidad de la ciencia moderna, es preciso que los apologistas se dividan el trabajo para defender en todos los terrenos científicamente a la Iglesia.
Tú... no te puedes desentender de esta obligación.
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Libros: no los compres sin aconsejarte de personas cristianas, doctas y discretas. Podrías comprar una cosa inútil o perjudicial.
¡Cuántas veces creen llevar debajo del brazo un libro... y llevan una carga de basura!
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Estudia. Estudia con empeño. Si has de ser sal y luz, necesitas ciencia, idoneidad.
¿O crees que por vago y comodón vas a recibir ciencia infusa?
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Está bien que pongas ese empeño en el estudio, siempre que pongas el mismo empeño en adquirir la vida interior.
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No olvides que antes de enseñar hay que hacer. "Coepit facere et docere", dice de Jesucristo la Escritura Santa: comenzó a hacer y a enseñar.
Primero, hacer. Para que tú y yo aprendamos.
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Trabaja. Cuando tengas la preocupación de una labor profesional, mejorará la vida de tu alma: y serás más varonil, porque abandonarás ese "espíritu de chinchorrería" que te consume.
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Educador: el empeño innegable que pones en conocer y practicar el mejor método para que tus alumnos adquieran la ciencia terrena ponlo también en conocer y practicar la ascética cristiana, que es el único método para que ellos y tú seáis mejores.
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¡Cultura, cultura! Bueno: que nadie nos gane a ambicionarla y poseerla.
Pero, la cultura es medio y no fin.
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Estudiante: fórmate en una piedad sólida y activa, destaca en el estudio, siente anhelos firmes de apostolado profesional. Y yo te prometo, con ese vigor de tu formación religiosa y científica, prontas y dilatadas expansiones.
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Sólo te preocupas de edificar tu cultura. Y es preciso edificar tu alma. Así trabajarás como debes, por Cristo: para que El reine en el mundo hace falta que haya quienes, con la vista en el cielo, se dediquen prestigiosamente a todas las actividades humanas, y, desde ellas, ejerciten calladamente y eficazmente un apostolado de carácter profesional.
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Tu desidia, tu dejadez, tu gandulería son cobardía y comodidad te lo arguye de continuo la conciencia, pero "no son camino".
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Queda tranquilo si asentaste una opinión ortodoxa, aunque la malicia del que te escuchó le lleve a escandalizarse. Porque su escándalo es farisaico.
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No es suficiente que seas sabio, además de buen cristiano. Si no corriges las maneras bruscas de tu carácter, si haces incompatibles tu celo y tu ciencia con la buena educación, no entiendo que puedas ser santo. Y, si eres sabio, aunque lo seas, deberías estar amarrado a un pesebre, como un mulo.
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Con ese aire de suficiencia resultas un tipo molesto y antipático, te pones en ridículo, y, lo que es peor, quitas eficacia a tu trabajo de apóstol.
No olvides que hasta las "medianías" pueden pecar por demasiado sabias.
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Tu misma inexperiencia te lleva a esa presunción, a esa vanidad, a eso que tú crees que te da aire de importancia.
Corrígete, por favor. Necio y todo, puedes llegar a ocupar cargos de dirección (más de un caso se ha visto), y, si no te persuades de tu falta de dotes, te negarás a escuchar a quienes tengan don de consejo. —Y causa miedo pensar el daño que hará tu desgobierno.
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Aconfesionalismo. Neutralidad. Viejos mitos que intentan siempre remozarse.
¿Te has molestado en meditar lo absurdo que es dejar de ser católico, al entrar en la Universidad o en la Asociación profesional o en la Asamblea sabia o en el Parlamento, como quien deja el sombrero en la puerta?
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Aprovéchame el tiempo. No te olvides de la higuera maldecida. Ya hacía algo: echar hojas. Como tú...
No me digas que tienes excusas. No le valió a la higuera narra el Evangelista no ser tiempo de higos, cuando el Señor los fue a buscar en ella.
Y estéril quedó para siempre.
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Los que andan en negocios humanos dicen que el tiempo es oro. Me parece poco: para los que andamos en negocios de almas el tiempo es ¡gloria!
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No me explico que te llames cristiano y tengas esa vida de vago inútil. ¿Olvidas la vida de trabajo de Cristo?
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Todos los pecados me has dicho parece que están esperando el primer rato de ocio. ¡El ocio mismo ya debe ser un pecado!
El que se entrega a trabajar por Cristo no ha de tener un momento libre, porque el descanso no es no hacer nada: es distraernos en actividades que exigen menos esfuerzo.
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Estar ocioso es algo que no se comprende en un varón con alma de apóstol.
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Pon un motivo sobrenatural a tu ordinaria labor profesional, y habrás santificado el trabajo.
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