Si tu ojo derecho te escandalizare..., ¡arráncalo y tíralo lejos! ¡Pobre corazón, que es el que te escandaliza!
Apriétalo, estrújalo entre tus manos: no le des consuelos. Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: "Corazón, ¡corazón en la Cruz!, ¡corazón en la Cruz!"