Josemaría Escrivá Obras
316

Me dices que sí, que quieres. —Bien, pero ¿quieres como un avaro quiere su oro, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer?

     —¿No? —Entonces no quieres.

Anterior Ver capítulo Siguiente