Disipación. Dejas que se abreven tus sentidos y potencias en cualquier charca. Así andas tú luego: sin fijeza, esparcida la atención, dormida la voluntad y despierta la concupiscencia.
Vuelve con seriedad a sujetarte a un plan, que te haga llevar vida de cristiano, o nunca harás nada de provecho.