395

Aquel hombre de Dios, curtido en la lucha, argumentaba así: ¿Que no transijo? ¡Claro!: porque estoy persuadido de la verdad de mi ideal. En cambio, usted es muy transigente...: ¿le parece que dos y dos sean tres y medio? —¿No?..., ¿ni por amistad cede en tan poca cosa?

—¡Es que, por primera vez, se ha persuadido de tener la verdad... y se ha pasado a mi partido!

Este punto en otro idioma