531

«¡Tratádmelo bien, tratádmelo bien!», decía, entre lágrimas, un anciano Prelado a los nuevos Sacerdotes que acababa de ordenar.

—¡Señor!: ¡Quién me diera voces y autoridad para clamar de este modo al oído y al corazón de muchos cristianos, de muchos!

Este punto en otro idioma