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¡Verdaderamente es amable la Santa Humanidad de nuestro Dios! —Te «metiste» en la Llaga santísima de la mano derecha de tu Señor, y me preguntaste: «Si una Herida de Cristo limpia, sana, aquieta, fortalece y enciende y enamora, ¿qué no harán las cinco, abiertas en el madero?»

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