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Siendo tan diversas en su realización práctica la vocación del laico y la del religioso —aunque tengan en común, por supuesto, la vocación cristiana—, ¿cómo es posible que los religiosos, en sus tareas de enseñanza, etc., puedan formar a los cristianos corrientes en un camino verdaderamente laical?

Será posible en tanto en cuanto los religiosos —cuya benemérita labor al servicio de la Iglesia admiro sinceramente— se esfuercen en comprender bien cuáles son las características y exigencias de la vocación laical a la santidad y al apostolado en medio del mundo, y las quieran y las sepan enseñar a los alumnos.

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