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Se ha hecho notar que, pese a estar editado en 1934 en su primera versión, Camino contiene muchas ideas «heréticas» entonces para algunos, y hoy sin embargo recogidas en el Concilio Vaticano II. ¿Qué nos puede decir de eso? ¿Cuáles son esos puntos?

De esto, si me lo permite, trataremos despacio en otra ocasión: más adelante. Me limito a decirle ahora que doy tantas gracias al Señor, que se ha servido también de esas ediciones de Camino, en tantas lenguas y en tantos ejemplares —ya pasan de los dos millones y medio—, para meter en el entendimiento y en la vida de personas de muy diversas razas y lenguas esas verdades cristianas, que habían de ser confirmadas por el Concilio Vaticano II, llevando la paz y la alegría a millones de cristianos y no cristianos.

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