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Fecundidad de la Eucaristía

Cuando el Señor en la Última Cena instituyó la Sagrada Eucaristía, era de noche, lo que —comenta San Juan Crisóstomo— manifestaba que los tiempos habían sido cumplidos13. Se hacía noche en el mundo, porque los viejos ritos, los antiguos signos de la misericordia infinita de Dios con la humanidad iban a realizarse plenamente, abriendo el camino a un verdadero amanecer: la nueva Pascua. La Eucaristía fue instituida durante la noche, preparando de antemano la mañana de la Resurrección.

También en nuestras vidas hemos de preparar esa alborada. Todo lo caduco, lo dañoso y lo que no sirve —el desánimo, la desconfianza, la tristeza, la cobardía— todo eso ha de ser echado fuera. La Sagrada Eucaristía introduce en los hijos de Dios la novedad divina, y debemos responder in novitate sensus14, con una renovación de todo nuestro sentir y de todo nuestro obrar. Se nos ha dado un principio nuevo de energía, una raíz poderosa, injertada en el Señor. No podemos volver a la antigua levadura, nosotros que tenemos el Pan de ahora y de siempre.

Notas
13

In Matthaeum homiliae, 82, 1 (PG 58, 700).

14

Rom XII, 2.

Referencias a la Sagrada Escritura
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