 |
1024 |
 |
Ayúdame a repetirlo al oído de aquél, y del otro..., y de todos: el pecador, que tenga fe, aunque consiga todas las bienaventuranzas de la tierra, necesariamente es infeliz y desgraciado.
Es verdad que el motivo que nos ha de llevar a odiar el pecado, aun el venial, el que debe mover a todos, es sobrenatural: que Dios lo aborrece con toda su infinidad, con odio sumo, eterno y necesario, como mal opuesto al infinito bien...; pero la primera consideración, que te he apuntado, nos puede conducir a esta última.
|
 |
|
 |
 |
 |
|