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Al contemplar la escena de la Encarnación, refuerza en tu alma la decisión de "la humildad práctica". Mira que El se abajó, tomando nuestra pobre naturaleza.

—Por eso, en cada jornada, has de reaccionar ¡inmediatamente!, con la gracia de Dios, aceptando —queriendo— las humillaciones que el Señor te depare.

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