Una ola sucia y podrida roja y verde se empeña en sumergir la tierra, escupiendo su puerca saliva sobre la Cruz del Redentor...
Y El quiere que de nuestras almas salga otra oleada blanca y poderosa, como la diestra del Señor, que anegue, con su pureza, la podredumbre de todo materialismo y neutralice la corrupción, que ha inundado el Orbe: a eso vienen y a más los hijos de Dios.