Josemaría Escrivá Obras
238

¡Dios sea bendito!, te decías después de acabar tu Confesión sacramental. Y pensabas: es como si volviera a nacer.

    Luego, proseguiste con serenidad: “Domine, quid me vis facere? —Señor, ¿qué quieres que haga?

    —Y tú mismo te diste la respuesta: con tu gracia, por encima de todo y de todos, cumpliré tu Santísima Voluntad: “serviam! —¡te serviré sin condiciones!

Anterior Ver capítulo Siguiente