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"¡Dios mío, Dios mío! Todos igualmente queridos, por Ti, en Ti y Contigo: y, ahora, todos dispersos", te quejabas, al verte de nuevo solo y sin medios humanos.

—Pero inmediatamente el Señor puso en tu alma la seguridad de que El lo resolvería. Y le dijiste: ¡Tú lo arreglarás!

—Efectivamente, el Señor dispuso todo antes, más y mejor de lo que tú esperabas.

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