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Podemos decir, como San Agustín, que las pasiones malas nos tiran de la ropa, para abajo. Al mismo tiempo, notamos dentro del corazón deseos grandes, nobles, limpios, y hay una lucha.
Si tú, con la gracia del Señor, pones los medios ascéticos: la búsqueda de la presencia de Dios, la mortificación no te asustes: la penitencia, irás adelante, tendrás paz, y alcanzarás la victoria.
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