Josemaría Escrivá Obras
43

Es preciso ofrecer al Señor el sacrificio de Abel. Un sacrificio de carne joven y hermosa, lo mejor del rebaño: de carne sana y santa; de corazones que sólo tengan un amor: ¡Tú, Dios mío!; de inteligencias trabajadas por el estudio profundo, que se rendirán ante tu Sabiduría; de almas infantiles, que no pensarán más que en agradarte.

    —Recibe, desde ahora, Señor, este sacrificio en olor de suavidad.

Anterior Ver capítulo Siguiente