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Dulce Madre…, llévanos hasta la locura que haga, a otros, locos de nuestro Cristo.

Dulce Señora María: que el Amor no sea, en nosotros, falso incendio de fuegos fatuos, producto a veces de cadáveres descompuestos…: que sea verdadero incendio voraz, que prenda y queme cuanto toque.

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