Aquel joven sacerdote solía dirigirse a Jesús, con las palabras de los Apóstoles: edissere nobis parabolam explícanos la parábola. Y añadía: Maestro, mete en nuestras almas la claridad de tu doctrina, para que nunca falte en nuestras vidas y en nuestras obras..., y para que la podamos dar a los demás.