No te asustes y, en la medida que puedas, reacciona ante esa conjuración del silencio, con que quieren amordazar a la Iglesia. Unos no dejan que se oiga su voz; otros no permiten que se contemple el ejemplo de los que la predican con las obras; otros borran toda huella de buena doctrina..., y tantas mayorías no la soportan.
No te asustes, repito, pero no te canses de hacer de altavoz a las enseñanzas del Magisterio.