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No tengas miedo, ni te asustes, ni te asombres, ni te dejes llevar por una falsa prudencia.

La llamada a cumplir la Voluntad de Dios —también la vocación— es repentina, como la de los Apóstoles: encontrar a Cristo y seguir su llamamiento…

—Ninguno dudó: conocer a Cristo y seguirle fue todo uno.

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