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Dile: no veo, Jesús, ni una flor lozana en mi jardín: todas tienen manchas…, parece que todas han perdido su color y su aroma. ¡Pobre de mí! La boca en el estiércol, en el suelo: así. Este es mi lugar propio.

—De este modo —humillándote—, El vencerá en ti, y alcanzarás la victoria.

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