Dedicaremos todos los afanes de nuestra vida grandes y pequeños a la honra de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo.
Recuerdo con emoción el trabajo de aquellos universitarios brillantes dos ingenieros y dos arquitectos, ocupados gustosamente en la instalación material de una residencia de estudiantes. En cuanto colocaron el encerado en una clase, lo primero que escribieron los cuatro artistas fue: “Deo omnis gloria! toda la gloria para Dios.