El Señor ha querido hacernos corredentores con El.
Por eso, para ayudarnos a comprender esta maravilla, mueve a los evangelistas a relatar tantos grandes prodigios. El podía sacar el pan de donde le pareciera..., ¡pues, no! Busca la cooperación humana: necesita de un niño, de un muchacho, de unos trozos de pan y de unos peces.
Le hacemos falta tú y yo, ¡y es Dios! Esto nos ha de urgir a ser generosos, en nuestra correspondencia a sus gracias.