Josemaría Escrivá Obras
738

Nunca compartiré la opinión —aunque la respeto— de los que separan la oración de la vida activa, como si fueran incompatibles.

    Los hijos de Dios hemos de ser contemplativos: personas que, en medio del fragor de la muchedumbre, sabemos encontrar el silencio del alma en coloquio permanente con el Señor: y mirarle como se mira a un Padre, como se mira a un Amigo, al que se quiere con locura.

Anterior Ver capítulo Siguiente