Todos hemos de ser “ipse Christus el mismo Cristo. Así nos lo manda San Pablo en nombre de Dios: “induimini Dominum Iesum Christum revestíos de Jesucristo.
Cada uno de nosotros ¡tú! tiene que ver cómo se pone ese vestido del que nos habla el Apóstol; cada uno, personalmente, debe dialogar sin interrupción con el Señor.