Si unimos nuestras pequeñeces las insignificantes y las grandes contradicciones a los grandes sufrimientos del Señor, Víctima ¡la única Víctima es El!, aumentará su valor, se harán un tesoro y, entonces, tomaremos a gusto, con garbo, la Cruz de Cristo.
Y no habrá así pena que no se venza con rapidez; y no habrá nada ni nadie que nos quite la paz y la alegría.