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Has de ser, como hijo de Dios y con su gracia, varón o mujer fuerte, de deseos y de realidades.

—No somos plantas de invernadero. Vivimos en medio del mundo, y hemos de estar a todos los vientos, al calor y al frío, a la lluvia y a los ciclones…, pero fieles a Dios y a su Iglesia.

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