88

El Señor te ha hecho ver claro tu camino de cristiano en medio del mundo. Sin embargo, me aseguras que muchas veces has considerado, con envidia —me has dicho que en el fondo era comodidad—, la felicidad de ser un desconocido, trabajando, ignorado por todos, en el último rincón… ¡Dios y tú!

—Ahora, aparte de la idea de misionar en el Japón, viene a tu cabeza el pensamiento de esa vida oculta y sufrida… Pero si, al quedar libre de otras santas obligaciones naturales, trataras de "esconderte", sin ser ésa tu vocación, en una institución religiosa cualquiera, no serías feliz. —Te faltaría la paz; porque habrías hecho tu voluntad, no la de Dios.

—Tu "vocación", entonces, tendría otro nombre: defección, producto no de divina inspiración, sino de puro miedo humano a la lucha que se avecina. Y eso… ¡no!

Este punto en otro idioma