Contra la vida limpia, la pureza santa, se alza una gran dificultad, a la que todos estamos expuestos: el peligro del aburguesamiento, en la vida espiritual o en la vida profesional: el peligro también para los llamados por Dios al matrimonio de sentirse solterones, egoístas, personas sin amor.
Lucha de raíz contra ese riesgo, sin concesiones de ningún género.