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En las campañas contra la Iglesia, maquinan muchas organizaciones a veces del brazo de los que se llaman buenos, que mueven al pueblo con prensa, hojas, pasquines, calumnias, propaganda hablada. Después lo llevan por donde quieren: al mismo infierno. Pretenden que la masa sea amorfa, como si las personas no tuvieran alma..., y dan compasión.
Pero, como tienen alma, hay que arrancarlas de las garras de esas organizaciones del mal y ponerlas al servicio de Dios.
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