La Cruz a cuestas

Con su Cruz a cuestas marcha hacia el Calvario, lugar que en hebreo se llama Gólgota (Joann., XIX, 17). —Y echan mano de un tal Simón, natural de Cirene, que viene de una granja, y le cargan la Cruz para que la lleve en pos de Jesús (Luc., XXIII, 26).

Se ha cumplido aquello de Isaías (LIII, 12): cum sceleratis reputatus est, fue contado entre los malhechores: porque llevaron para hacerlos morir con Él a otros dos, que eran ladrones (Luc., XXIII, 32).

Si alguno quiere venir tras de mí... Niño amigo: estamos tristes, viviendo la Pasión de Nuestro Señor Jesús. —Mira con qué amor se abraza a la Cruz. —Aprende de Él. —Jesús lleva Cruz por ti: tú, llévala por Jesús.

Pero no lleves la Cruz arrastrando… Llévala a plomo, porque tu Cruz, así llevada, no será una Cruz cualquiera: será... la Santa Cruz. No te resignes con la Cruz. Resignación es palabra poco generosa. Quiere la Cruz. Cuando de verdad la quieras, tu Cruz será... una Cruz, sin Cruz.

Y de seguro, como Él, encontrarás a María en el camino.

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