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La hipocresía hace llevar siempre, a los que la cultivan, una vida de mortificación amarga y rencorosa.
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Ante propuestas como la de Herodes: “id, e informaos puntualmente de lo que hay de ese Niño y, habiéndole hallado, dadme aviso, para ir yo también a adorarle”, pidamos al Espíritu Santo su ayuda, para que nos guarde de las “protecciones o de las buenas promesas” de aparentes bienintencionados.
—No nos faltará la luz del Paráclito si, como los Magos, buscamos la verdad y hablamos con sinceridad.
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¿Que hay quien se molesta, porque dices las cosas claras?
—Quizá se mueven con la conciencia turbia, y necesitan encubrirla así.
—Persevera en tu conducta, para ayudarles a reaccionar.
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Mientras interpretes con mala fe las intenciones ajenas, no tienes derecho a exigir comprensión para ti mismo.
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Hablas continuamente de que hay que corregir, de que es preciso reformar. Bien...: ¡refórmate tú! —que buena falta te hace—, y ya habrás comenzado la reforma.
Mientras tanto, no daré crédito a tus proclamas de renovación.
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Los hay tan farisaicos que... se escandalizan, al oír que otras personas repiten precisamente lo mismo que antes escucharon de sus labios.
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Eres tan entrometido, que parece que no te ocupa más misión que la de bucear en la vida del prójimo. Y cuando, al fin, has tropezado con un hombre digno, de voluntad enérgica, que te ha parado los pies, te lamentas públicamente como si te hubiera ofendido.
—Hasta ahí llega tu impudor y tu conciencia deformada..., y la de muchos.
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En una sola jugada, pretendes apropiarte de la “honradez” de la opinión verdadera y de las “ventajas” innobles de la opinión opuesta...
—Eso, en cualquier idioma, se llama doblez.
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¡¡Qué bondad la de aquellos!!... —Están dispuestos a “disculpar” lo que sólo merece alabanza.
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Vieja añagaza es que el perseguidor se diga perseguido... —El pueblo lo ha denunciado, hace tiempo, en claro castellano: tirar la piedra y ponerse la venda.
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¿Será cierto que —desgraciadamente— abundan los que faltan a la justicia con sus calumnias y, después, invocan la caridad y la honradez, para que su víctima no pueda defenderse?
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¡Triste ecumenismo el que está en boca de católicos que maltratan a otros católicos!
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¡Qué equivocada visión de la objetividad! Enfocan las personas o las tareas con las deformadas lentes de sus propios defectos y, con ácida desvergüenza, critican o se permiten vender consejos.
—Propósito concreto: al corregir o al aconsejar, hablar en la presencia de Dios, aplicando esas palabras a nuestra conducta.
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No recurras jamás al método —siempre deplorable— de organizar agresiones calumniosas contra nadie... Mucho menos en nombre de motivos moralizadores, que nunca justifican una acción inmoral.
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No hay desapasionamiento ni rectitud de intención en tus consejos, si te molesta o consideras una muestra de desconfianza que oigan, también, a otras personas de probada formación y recta doctrina.
—Si de veras, como aseguras, te interesa el bien de las almas, o la afirmación de la verdad, ¿por qué te ofendes?
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Ni a José comunica María el misterio que Dios ha obrado en Ella. —Para que nos acostumbremos a no ser ligeros, a dar cauce debido a nuestras alegrías y a nuestras tristezas: sin buscar que nos ensalcen o que nos compadezcan. «Deo omnis gloria!» —¡todo para Dios!
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