227

Me escribías: se unió a nuestro grupo un chico joven, que iba hacia el norte. Era minero.

Cantaba muy bien, y vino acompañando a nuestro coro. Le encomendé hasta que llegó a su estación. Al despedirse, comentó: “¡cuánto me gustaría prolongar el viaje con vosotros!”

—Me acordé enseguida del «mane nobiscum!» —¡quédate con nosotros, Señor!, y le pedí nuevamente con fe, que los demás “le vean” en cada uno de nosotros, compañeros de “su camino”.

Referencias a la Sagrada Escritura
Este punto en otro idioma