Orden, autoridad, disciplina... —Escuchan, ¡si escuchan!, y se sonríen cínicamente, alegando —ellas y ellos— que defienden su libertad.
Son los mismos que luego pretenden que respetemos o que nos acomodemos a sus descaminos; no comprenden —¡qué protestas tan chabacanas!— que sus modales no sean —¡no pueden ser!— aceptados por la auténtica libertad de los demás.