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¡Qué empeño el de algunos en masificar!: convierten la unidad en uniformidad amorfa, ahogando la libertad.

Parece que ignoran la impresionante unidad del cuerpo humano, con tan divina diferenciación de miembros, que —cada uno con su propia función— contribuyen a la salud general.

—Dios no ha querido que todos sean iguales, ni que caminemos todos del mismo modo por el único camino.

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