411

No es lo mismo un viento suave que el huracán. Con el primero, cualquiera resiste: es juego de niños, parodia de lucha.

—Pequeñas contradicciones, escasez, apurillos… Los llevabas gustosamente, y vivías la interior alegría de pensar: ¡ahora sí que trabajo por Dios, porque tenemos Cruz!…

Pero, pobre hijo mío: llegó el huracán, y sientes un bamboleo, un golpear que arrancaría árboles centenarios. Eso…, dentro y fuera. ¡Confía! No podrá desarraigar tu Fe y tu Amor, ni sacarte de tu camino…, si tú no te apartas de la “cabeza”, si sientes la unidad.

Este punto en otro idioma