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Llegará muy alto, dicen, y asusta su futura responsabilidad. —Nadie le conoce una labor desinteresada, ni una frase oportuna, ni un escrito fecundo. —Es hombre de vida negativa. —Siempre da la impresión de que está sumergido en hondas cavilaciones, aunque es sabido que nunca cultivó ideas en las que pensar. —Tiene, en su rostro y en sus maneras, la gravedad del mulo, y eso le da fama de prudente…

—¡Llegará muy alto!, pero —me pregunto—: ¿qué podrá enseñar a los otros, cómo y en qué les servirá, si no le ayudamos a cambiar?

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