¿Por qué —preguntabas indignado— el ambiente y los medios de apostolado han de ser feos, sucios... y complejos? —Y añadías: ¡si cuesta lo mismo!
—A mí me pareció tu indignación muy razonable. Y pensé que Jesús se dirigía y atraía a todos: pobres y ricos, sabios e ignorantes, alegres y tristes, jóvenes y ancianos... ¡Qué amable y natural —sobrenatural— es su figura!