561

Evita esa adulación ridícula que, quizá de un modo inconsciente, manifiestas a veces al que hace cabeza, convirtiéndote en altavoz sistemático de sus gustos o de sus opiniones en puntos in-trascendentes.

—Pon más cuidado aún, sin embargo, en no empeñarte en mostrar sus defectos como detalles graciosos, llegando a una familiaridad que le desautoriza, o —¡triste servicio le prestarías!— a la deformación de convertir lo que está mal en algo chistoso.

Este punto en otro idioma