En esta hora de Dios, la de tu paso por este mundo, decídete de verdad a realizar algo que merece la pena: el tiempo urge, y ¡es tan noble, tan heroica, tan gloriosa la misión del hombre —de la mujer— sobre la tierra, cuando enciende en el fuego de Cristo los corazones mustios y podridos!
—Vale la pena llevar a los demás la paz y la felicidad de una recia y jubilosa cruzada.