Es posible que te asuste esta palabra: meditación. —Te recuerda libros de tapas negras y viejas, ruido de suspiros o de rezos como cantilenas rutinarias... Pero eso no es meditación.
Meditar es considerar, contemplar que Dios es tu Padre, y tú, su hijo, necesitado de ayuda; y después darle gracias por lo que ya te ha concedido y por todo lo que te dará.