726

Me hizo pensar la frase dura, pero cierta, de aquel varón de Dios, al contemplar la altanería de aquella criatura: “se viste con la misma piel del diablo, la soberbia”.

Y vino a mi alma, por contraste, el deseo sincero de revestirme con la virtud que predicó Jesucristo, «quia mitis sum et humilis corde», —soy manso y humilde de corazón—; y que ha atraído la mirada de la Trinidad Beatísima sobre su Madre y Madre nuestra: la humildad, el sabernos y sentirnos nada.

Este punto en otro idioma