 |
782 |
 |
Te asustaba el camino de los hijos de Dios porque, en nombre del Señor, te urgían a cumplir, a negarte, a salir de tu torre de marfil. Te excusaste..., y te confieso que no me extraña nada esa carga, que te pesa: un conjunto de complejos y retorcimientos, de melindres y escrúpulos, que te deja inútil.
No te enfades si te digo que te has portado con menos entereza —como si fueras peor o inferior— que la gente depravada, pregonera audaz del mal.
«Surge et ambula!» —levántate y camina, ¡decídete!, ¡todavía puedes liberarte de ese fardo nefasto si, con la gracia de Dios, oyes lo que El pide y, sobre todo, si le secundas plenamente y de buen grado!
|
 |
|