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No querías creerlo, pero has tenido que rendirte a la evidencia, a costa tuya: aquellas afirmaciones que pronunciaste sencillamente y con sano sentido católico, las han retorcido con malicia los enemigos de la fe.

Es verdad, “hemos de ser cándidos como las palomas…, y prudentes como las serpientes”. No hables a destiempo ni fuera de lugar.

Referencias a la Sagrada Escritura
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