912
La maledicencia es hija de la envidia; y la envidia, el refugio de los infecundos.
Por eso, ante la esterilidad, examina tu punto de mira: si trabajas y no te molesta que otros también trabajen y consigan frutos, esa esterilidad es sólo aparente: ya recogerás la cosecha a su tiempo.
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Documento imprimido desde https://escriva.org/es/surco/912/ (28/03/2024)