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Guárdate de los propagadores de calumnias e insinuaciones, que unos recogen por ligereza y otros por mala fe, destruyendo la serenidad del ambiente y envenenando la opinión pública.

En ocasiones, la verdadera caridad pide que se denuncien esos atropellos y a sus promotores. Si no, con su conciencia desviada o poco formada, ellos y quienes les oyen pueden razonar: callan, luego otorgan.

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