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En ciertos ambientes, sobre todo en los de la esfera intelectual, se aprecia y se palpa como una consigna de sectas, servida a veces hasta por católicos, que —con cínica perseverancia— mantiene y propaga la calumnia, para echar sombras sobre la Iglesia, o sobre personas y entidades, contra toda verdad y toda lógica.
Reza a diario, con fe: «ut inimicos Sanctae Ecclesiae —enemigos, porque así se proclaman ellos— humiliare digneris, te rogamus audi nos!» Confunde, Señor, a los que te persiguen, con la claridad de tu luz, que estamos decididos a propagar.
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